Si el Jaguar XE fuera una construcción, un edificio de arquitectura vanguardista, Jaguar habría comenzado mostrándonos los cimientos, el primer ladrillo, los primeros bloques de hormigón, la ferralla que reforzará su estructura. En septiembre conoceremos a un nuevo modelo que está llamado a multiplicar las ventas del constructor británico, lo cual ya es mucho decir, si tenemos en cuenta que desde hace años Jaguar vive su particular edad dorada. Pero ya podemos adelantaros que estamos ante la berlina de acceso de Jaguar, su modelo más económico, que además ha sido desarrollado para marcar un salto cualitativo frente a sus rivales.
Las aspiraciones del nuevo Jaguar XE no son ninguna tontería. Tendrá que vérselas con el Audi A4, que no tardará en dar su salto generacional; con el BMW Serie 3, que hizo lo propio hace relativamente poco; y con el nuevo Mercedes Clase C, recién salido del horno. Otros constructores, como los japoneses de Infiniti o Lexus, también han presentado su candidatura para plantar cara al trío alemán. La apuesta de Jaguar será el aluminio, una arquitectura que garantice agilidad y calidad de rodadura, la eficiencia de sus nuevos motores y tecnología, mucha tecnología.
La berlina media de lujo se rinde ante las ventajas del aluminio. El nuevo Jaguar XE saldrá a la palestra con un chasis monocasco de aluminio, un material del que hará uso extensivo también en gran parte de los paneles exteriores y en el bloque del motor. El aluminio ya es viable en berlinas de lujo y será primordial para lograr los objetivos de rigidez estructural, construcción ligera y eficiencia energética que demanda esta nueva generación de automóviles premium.
El tren trasero empleará una solución de suspensiones independientes más avanzadas que las multibrazo utilizadas habitualmente en la categoría que ocupará el Jaguar XE, un Integral Link. Se trata de una arquitectura pensada esencialmente para mejorar el confort de rodadura, minimizar las vibraciones, el ruido a velocidad de crucero y los contoneos, ofreciendo una gran rigidez estructural. Este tipo de suspensión trasera se emplea ya en algún modelo como el Tesla Model S, también en otros que están por llegar, como la nueva generación de Ford Mondeo.
Fuente: Diariomotor