Las variantes GTI y GTD del Volkswagen Golf están disponibles desde mayo de 2013. El Golf GTI tiene un motor de gasolina con 220 CV, o 230 CV si se adquiere la versión «Performance». El Golf GTD lleva un motor Diesel de 184 CV (el mismo que el SEAT León 2.0 TDI FR). Tanto el GTI como el GTD se pueden elegir con cambio manual o automático de dos embragues, ambos de seis relaciones.
Del GTI y del GTD hay versiones de tres y cinco puertas. Para distinguirlos del resto de la gama Golf, Volkswagen ha cambiado los paragolpes (tanto el delantero como el trasero), los pilotos (con la carcasa de plástico oscura y de ledes), los asientos delanteros, la tapicería y el volante.
El GTI resulta un coche muy suave de conducir. Si no fuera por el sonido de los escapes, al volante y cuando no se acelera con fuerza, nada hace adivinar que se trata de un coche con buena relación entre peso y potencia y altas prestaciones. Es cómodo de suspensiones y el motor apenas suena a ralentí (más información en impresiones de conducción). El GTD comparte las cualidades de la suspensión, la suavidad general y la facilidad de conducción, pero el motor Diesel no me ha parecido que pueda competir en sensaciones, ni prestaciones, con el de gasolina.
Hemos conducido de forma muy breve las dos versiones en el circuito del Jarama durante el Race Tour que organiza Volkswagen. Las poquísimas vueltas que dimos (dos en el GTD y una en el GTI) fueron suficientes para apreciar que, a pesar de las similitudes de aspecto que hay entre ambos, son coches con un enfoque diferenciado. El GTD es más fácil de conducir pero, al menos en circuito, se trata de un coche más "aburrido". El GTI es claramente más rápido y más vivo de reacciones, principalmente porque el eje trasero es sensible a la deceleración en curva.
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